Cuando
comenzó el efecto empecé a tener más conciencia de mi abstracción material, es
decir, de alguna manera era más consciente de que solo soy millones de átomos
juntos formando huesos, carne, órganos, sangre, fluidos mucosos, entre otros.
No logro comprender cómo pude tener un acercamiento a mi cuerpo de una forma
tan íntima, sólo eran ideas volando. De pronto, me surgió una interrogante
algo absurda, que en ese momento era completamente coherente con la “lluvia de
ideas”.
Que me perdone el aniquilamiento, pero traducida en lenguaje se vería así: ¿si
sólo somos átomos formando partículas formando elementos formando materia, de
donde sale la conciencia de uno mismo? Y la respuesta llegó a mi “conciencia”
tan rápido como nuestra verdadera naturaleza, somos luz experimentándose a sí
misma en un espectro infinito de posibilidades infinitas determinados por un
pensamiento o consciencia matriz que NO se puede entender como unidad por el
vehículo que usa para aprehender la realidad: el pensamiento simbólico.
Por
si lo anterior no quedó del todo claro lo voy a explicar. Tenemos cómo certeza
que cada uno de nosotros es un ser vivo con una conciencia particular, ya que
si hacemos un trabajo cartesiano de dudar de todo lo empírico, nos queda la
certeza de nuestro pensamiento, de este trabajo deductivo se han agarrado
algunos filósofos para, justamente, afirmar que la conciencia de uno mismo ES
un hecho axiomático e incuestionable.
Es
acá donde NO estoy de acuerdo. ¿Acaso nos acordamos de cómo experimentábamos el
mundo en los primeros meses de vida?
¿Afirmando que la única certeza es la autoconciencia estamos cuestionando la
naturaleza del ser humano o la del lenguaje y el pensamiento simbólico?
Es
conocido por la psicología que el niño en sus primeros meses de vida
experimenta la realidad de una forma completamente diferente, al no haber
desarrollado el pensamiento simbólico, el cual surge de la mano con el
lenguaje, que es el mecanismo por el cual nosotros conceptualizamos
abstracciones mentales, no puede por lo tanto separar “yo” de “el mundo”, en
otras palabras, el niño nace como UNA TOTALIDAD DE CONCIENCIA, para luego ser
el lenguaje el que le exija separar todo lo “inseparable” para encarcelarlo en
una cantidad finita de conceptos o palabras que van a hacer imposible el flujo
del pensamiento, ya que al hablar, no estamos transmitiendo información en sí,
sino sólo estamos agrupando nuestras abstracciones mentales en conceptos para
que “el otro” los pueda “entender”, pero justamente, es imposible que el otro nos “entienda” por medio de palabras, ya que éstas
sólo van a activar en él una serie de significados referidos a su propia
experiencia egocéntrica.
Si
me vas entendiendo hasta ahora entenderás también cómo el lenguaje es el
mecanismo perfecto para que sea imposible comunicarnos de manera directa (pensamiento
a pensamiento) y de ahí que el lenguaje más que una herramienta es una cárcel…
y la torre de Babel.
Lamentablemente,
según los principios que postulo,
ustedes leyendo mis palabras no podrán evocar las mismas ideas que yo
mato al pulsar estas teclas, de ahí que las palabras tienen un gran contenido
energético solo a nivel interpretativo, en sí no son más que signos
completamente aleatorios.
Pasemos
a tratar el tema de la conciencia, ustedes se preguntaran: ¿si somos una sola
conciencia por que cada uno vive una realidad diferente?
Es
simple, el lenguaje nos exige, para entender la realidad, que de toda la
información (logos, mundo de las ideas) seleccionemos una porción milimétrica
que va a ser nuestro autoconcepto. Entendamos entonces por autoconcepto todas
las características de la totalidad que la sociedad nos impone sentir como
nuestras. Por ejemplo “soy hombre, por lo tanto soy fuerte, por lo tanto no
lloro, soy orgulloso y varonil”
El
problema es que nosotros somos la totalidad de las probabilidades, y todo lo
que la cultura a través del lenguaje y el pensamiento simbólico nos hizo
separar de la falsa idea del “yo” esta reprimido en una suerte de inconsciente
freudiano, que no es más que la información que nos complementa. Información
expresada en luz o energía que de alguna manera va a brotar a nuestra
conciencia causando un sentimiento de vacío, el cual tratamos de cubrir con
apego. El apego existe mientras la existencia de un ente “externo” pueda
influir en mi bienestar emocional. Por ejemplo, es apego las ganas que tengo de
que Perú gane los próximos partidos de las eliminatorias en tanto este grandioso
escenario me haga más feliz; de ahí que uno se apega con facilidad a los
enamorados, a las sustancias psicoactivas y a la comida, entre muchos otros.
Heráclito
y Jung ya nos trataron de explicar cómo esta necesidad cultural de ver a los
opuestos como contrarios sólo nos distancia de nosotros mismos. En realidad las
polaridades de un opuesto son un círculo continuo de probabilidades que
responde a la misma idea pero con frecuencia vibratoria diferente, de ahí que
calor y frio son lo mismo, de igual manera amor y miedo, o vida y muerte. Cabe
resaltar que la conciencia existe en ondas, ya que se encuentra en los fotones
(partículas de luz).
La
cosa se complica un poco más al hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuál es el fin
entonces de un ser humano? Como ya mencioné repetidas veces, somos una sola
conciencia, o luz que se diverge en cuantos pares de ojos existan creando a
través del lenguaje una realidad ilusoria, pero en el fondo remoto de nuestra
alma seguimos siento totalidad. CADA UNO ES UNA TOTALIDAD, por lo tanto cada
uno es una posibilidad igualmente apta para modificar la estructura de la
realidad, que es información, que es pensamiento, que es luz, electricidad y
para Heráclito Fuego.
Se
puede concluir de lo anterior que la finalidad de cada uno es en primer lugar
tomar conciencia de su dimensión absoluta y no adjudicar nada a lo externo. De
alguna manera, tenemos la bendición de poder potencialmente afirmar que todo es
nuestra culpa (en tanto totalidades).
Somos
universos adentro de universos en un ciclo infinito, y lo mejor de todo es que
sólo basta que una mente particular ilusoria solucione un problema, para que
ese problema, que existe en cada uno de los universos infinitos, se solucione (en
tanto energía acumulada en el “inconsciente colectivo”).
Y
para los que me han entendido hasta este punto, resolveremos la siguiente
cuestión: ¿Si somos todos totalidades, qué rol juega la socialización (o la
interacción con toda la luz que denominamos “externa”)?
También
es simple, nuestra “alma” tiende a la unidad; esto quiere decir que todo lo que
consideremos externo a nosotros se nos presenta como realidad ilusoria creada
por nuestro inconsciente para hacerlo consciente, o para aceptar nuestra
totalidad, ampliar nuestro autoconcepto.
Como
ejemplo de nuestra potencialidad de universos podríamos decir que si yo en este
momento percibo la realidad político-social China como preocupante, no necesito
ir a arreglar los asuntos a dicho país, sino que puedo arreglar la misma
preocupación en mi vida, pero con su resignifiación que podría corresponder,
por ejemplo, a avaricia o sobrepeso. Pero estos temas ya son un poco más
densos.
Como
reflexión final me gustaría poner es cuestión la inutilidad del acto de juzgar,
que no es más que huir de la posibilidad de tu mismo solucionar un problema.
Cabe resaltar que nuestro entendimiento del mundo solo se puede basar en
nuestro autoconcepto.
Sólo
te puedes juzgar a ti mismo.
Luciano